
La OTAN está fortaleciendo su postura defensiva en la región del Báltico tras una serie de incursiones aéreas provocativas de Rusia en el espacio aéreo aliado. Turquía ha desplegado un avión de alerta temprana en Lituania mientras que el liderazgo de la alianza emite advertencias severas a Moscú sobre poner a prueba la determinación de la OTAN [1].
La última escalada se produce después de que tres aviones de combate rusos violaran el espacio aéreo estonio la semana pasada, lo que provocó una reunión de emergencia del Consejo de la OTAN. El Secretario General de la Alianza, Mark Rutte, envió un mensaje claro a Moscú, afirmando "Estamos listos para ustedes" [2]. El incidente representa un aumento significativo en las tensiones a lo largo del flanco oriental de la OTAN.
Los analistas militares sugieren que estas provocaciones aéreas son intentos deliberados de Rusia para poner a prueba las capacidades defensivas y los tiempos de respuesta de la OTAN. Las recientes incursiones de drones en el espacio aéreo polaco y ucraniano siguen un patrón de una postura militar rusa cada vez más agresiva en la región [3].
El despliegue por parte de Turquía de un avión de alerta y control avanzado en Lituania demuestra el compromiso de la OTAN con la defensa colectiva y las capacidades de respuesta rápida. Este movimiento refuerza la red de vigilancia aérea de la alianza en una región estratégicamente vital [1].
Las tensiones aumentadas se producen en medio de dinámicas políticas cambiantes, incluyendo un apoyo inesperado a Ucrania por parte de escépticos anteriores. Las declaraciones recientes indican un creciente consenso entre los líderes occidentales sobre la importancia de mantener un fuerte disuasivo contra la agresión rusa [4].