
Una crisis política significativa ha estallado en Líbano, ya que los miembros chiítas del gabinete abandonaron la reunión durante un importante encuentro gubernamental, en protesta por una propuesta respaldada por Estados Unidos para desarmar a grupos militantes, incluido Hezbollah. Este desarrollo dramático marca un momento crítico en la lucha continua de Líbano por abordar la influencia de las facciones políticas armadas dentro de sus fronteras [1].
La salida se produjo durante una sesión de gabinete de alto riesgo en la que los funcionarios libaneses discutían un plan integral para desarmar a las diversas milicias que operan en el país. La propuesta, respaldada con firmeza por Estados Unidos, busca establecer un mayor control estatal sobre los grupos armados que han ejercido un poder político y militar considerable en el Líbano [2].
La protesta de los ministros chiitas pone de manifiesto las profundas divisiones dentro del gobierno libanés en relación con el papel y el futuro de Hezbollah, que cuenta con un poderoso ala armada además de su presencia política. La organización ha resistido durante mucho tiempo intentos previos de desarme, argumentando que sus capacidades militares son necesarias para la defensa nacional. Este último desarrollo amenaza con desestabilizar aún más el ya frágil equilibrio político del Líbano.
El plan de desarme propuesto representa uno de los intentos más ambiciosos hasta la fecha para abordar la cuestión de los grupos armados no estatales en el Líbano. Mientras que los partidarios sostienen que es esencial para establecer la plena soberanía del Estado, los opositores, especialmente dentro de la comunidad chiita, lo ven como una amenaza a su representación política y a sus intereses de seguridad.
La crisis del gabinete llega en un momento particularmente complicado para el Líbano, ya que el país sigue enfrentando dificultades económicas y tensiones regionales. La salida de los ministros chiitas podría paralizar la toma de decisiones del gobierno sobre este crucial tema de seguridad, subrayando la compleja interacción entre la política interna y la presión internacional.