
Tras décadas de relativa calma, una nueva ola de misiones lunares está transformando los planes para la exploración y la presencia a largo plazo en la Luna. El programa Artemis de la NASA, la serie Chang’e de China y un auge de aterrizadores comerciales indican un cambio de visitas breves a operaciones sostenidas centradas en la ciencia, los recursos y las demostraciones tecnológicas. Los hitos recientes—incluyendo el aterrizaje de Chandrayaan-3 de India cerca del polo sur, el preciso alunizaje de SLIM de Japón, el retorno de muestras del lado oculto por Chang’e-6 de China, y el primer alunizaje estadounidense desde el Apolo por Intuitive Machines—subrayan el ritmo. Con la formación de asociaciones internacionales y el avance de la tecnología privada, la Luna se está convirtiendo en un campo de pruebas para todo, desde nuevos trajes espaciales y rovers hasta sistemas de energía, comunicaciones y extracción de recursos.
¿Por qué la Luna, y por qué ahora? Las regiones polares del sur albergan hielo de agua en cráteres permanentemente sombreados, un recurso que podría apoyar la vida y la producción de combustible. Los avances en robótica, navegación e instrumentos miniaturizados han reducido los costos y riesgos de las misiones, mientras que la geopolítica y la política industrial están impulsando a las naciones a asegurar posiciones estratégicas. A diferencia de las breves estancias del programa Apolo, los planes actuales enfatizan la logística repetible, la movilidad en la superficie y la infraestructura que puede crecer con el tiempo.
Los programas gubernamentales están marcando el ritmo. El Artemis I de la NASA voló sin tripulación en 2022, validando la nave espacial Orion, y el sobrevuelo lunar tripulado Artemis II ahora está programado para 2025 tras ajustes en el calendario. Artemis III tiene como objetivo devolver astronautas a la superficie más adelante en la década con un nuevo sistema de aterrizaje humano, junto con la estación multinacional Gateway apoyada por ESA, JAXA y CSA. El programa Chang’e de China ha avanzado desde el primer aterrizaje en el lado oculto hasta la devolución de muestras, con Chang’e‑6 trayendo material del lado oculto en 2024 y misiones posteriores planificadas para el polo sur.
El Chandrayaan‑3 de India logró un histórico aterrizaje suave en 2023, mientras que el fracaso del Luna‑25 de Rusia en 2023 destacó los desafíos. Los actores comerciales están redefiniendo la logística lunar. A través de la iniciativa CLPS de la NASA, las empresas están entregando instrumentos y demostraciones tecnológicas: la misión Peregrine de Astrobotic a principios de 2024 sufrió una falla de propulsión, pero el módulo de aterrizaje Odysseus de Intuitive Machines aterrizó en febrero de 2024, devolviendo datos a pesar de una orientación inclinada. Más vuelos de CLPS están en fila para mapear recursos, probar balizas de navegación y explorar sitios de aterrizaje.
Para las misiones tripuladas, SpaceX está desarrollando un módulo de aterrizaje lunar basado en Starship, y Blue Origin fue seleccionada para proporcionar un segundo sistema de aterrizaje humano más adelante en la década. Los nuevos trajes espaciales de Axiom Space, junto con los planeados rovers lunares y servicios de carga, apuntan hacia una cadena de suministro comercial. Construir una presencia duradera dependerá de la infraestructura y las normas. Las agencias y la industria están prototipando sistemas de energía para las largas noches lunares, redes de navegación y comunicaciones de precisión como los conceptos Moonlight de ESA y LunaNet de NASA, y la utilización de recursos in situ para convertir regolito y hielo en aire, agua y propulsor.
El polvo abrasivo, las temperaturas extremas y la radiación siguen siendo grandes obstáculos técnicos, y los retrasos son comunes a medida que el hardware pasa del laboratorio al regolito. La diplomacia está evolucionando en paralelo, con los Acuerdos Artemis y los marcos de la Estación Internacional de Investigación Lunar liderados por China dando forma a la cooperación y la competencia. Los plazos pueden retrasarse, pero el ritmo de las misiones está acelerando, y la Luna se está convirtiendo en un banco de pruebas para las tecnologías y políticas necesarias para ir más lejos.