
El día comenzó de manera ordinaria para Alden, un Mensajero del Tiempo para la TTU - Unión de Transporte Temporal. Se despertó, desayunó y estaba a punto de entrar en su cápsula temporal para reportarse al trabajo en el año 2378 d.C., cuando notó un sobre en su puerta. Estaba hecho de papel real, una rareza en el siglo XXIV, y no tenía información del remitente. Intrigado, Alden lo abrió y encontró una sola oración que decía: 'Alden, tú eres tu propio abuelo.'
Se lo tomó a broma, pero la inquietante idea se instaló en su mente.
Alden conocía las reglas del viaje en el tiempo: los eventos históricos eran sagrados, las líneas temporales personales eran territorios prohibidos. El concepto de un paréntesis era teórico, una anomalía que la estricta regulación de la TTU trataba con rapidez. Pero la carta anónima había sembrado la semilla de la duda. Su jornada laboral fue un borrón, su mente ocupada con el absurdo mensaje.
Decidió investigar discretamente sobre casos de paradojas dentro de la TTU. Descubrió que varios casos habían sido barridos bajo la alfombra, sus archivos encerrados en los vaults prohibidos de la TTU. Con su curiosidad despierta, Alden utilizó su autorización para acceder a los archivos restringidos. Encontró un archivo titulado 'Proyecto Paradoja', que detallaba experimentos realizados décadas atrás que buscaban crear bucles temporales, resultando en situaciones paradójicas.
Los experimentos fueron abruptamente detenidos y todos los datos fueron sellados debido a las 'complicaciones imprevistas' que habían causado. Alden no podía sacudirse la sensación de que su carta anónima estaba de alguna manera relacionada con estos experimentos. Decidió profundizar, arriesgando su trabajo y, más importante aún, su existencia. Comenzó a rastrear su ascendencia, indagando en el pasado, sumergiéndose en registros centenarios y violando innumerables regulaciones de la TTU.
Su viaje lo llevó a principios del siglo XXI, a un hombre llamado Alan, idéntico a Alden, y su esposa, quien guardaba un asombroso parecido con la abuela de Alden en las fotos familiares archivadas. Las piezas del rompecabezas parecían encajar, la absurdidad de la carta anónima se transformó en una posibilidad escalofriante. Alden confrontó a la TTU con sus hallazgos, exigiendo respuestas. El consejo simplemente negó sus afirmaciones, calificándolas de ridículas.
Sin embargo, Alden no se dejó silenciar. Decidió romper la regla más grande de todas: viajar a su línea temporal personal, al siglo XXI. El mundo del siglo XXI era desconcertante, pero Alden tenía una misión. Encontró a Alan, su supuesto abuelo, y se hizo amigo de él sutilmente.
Descubrió que Alan era estéril, un hecho que se mantenía oculto de todos, incluida su esposa. Esto devastó a Alden, pero también confirmó su sospecha: la paradoja era real. Alden se dio cuenta de que la verdad desmantelaría las reglas establecidas del viaje en el tiempo, posiblemente reiniciando la línea temporal y borrando su existencia. Pero también sabía que debía exponer esta existencia paradójica, la delgada capa de mentiras que la TTU había construido.
En un mundo donde el tiempo era un juguete, la existencia de Alden se convirtió en la paradoja definitiva, un testamento a las infinitas complejidades del viaje temporal. Era una anomalía viviente, un hombre paradójico viviendo en un mundo paradójico, y con esa realización, volvió a entrar en su cápsula temporal, listo para romper la ilusión.