
Nacida en 1900 en un pueblo francés como Mariette Hélène Delangle, Helle Nice se destacó como una bailarina extravagante y audaz de la vibrante escena de cabaret de París. Sin embargo, su vida tomó un giro poco convencional cuando descubrió su pasión y aparente talento por las carreras de coches. No era una aficionada; era implacable y calculadora, ganándose el reconocimiento no solo por sus habilidades al volante, sino también por su comprensión técnica. No pasó mucho tiempo antes de que Nice entrara en la órbita de Jean Bugatti, quien le proporcionó un Bugatti Type 35B.
Fue al volante de este coche, un símbolo de la máxima artesanía, donde Helle Nice grabó su nombre en los anales de la historia del automovilismo. La fe de Bugatti en sus capacidades estaba bien fundamentada. Helle Nice, intrépida y decidida, se encontró compitiendo en las superficies implacables de los circuitos más desafiantes del mundo. Desde el Circuito de Spa en Francia hasta el icónico Brooklands en Inglaterra, llevó tanto a sí misma como a sus máquinas al límite.
En el ferozmente competitivo y predominantemente masculino mundo de las carreras, las victorias de Nice aseguraron su lugar entre los grandes. Con cada carrera, cada adelantamiento audaz, no solo rompió récords, sino también el techo de cristal que pesaba sobre el automovilismo. Sin embargo, el camino no siempre fue fácil. Su estatus de celebridad atrajo tanto admiración como ira.
Sus frecuentes enfrentamientos con otros pilotos, particularmente aquellos que no podían soportar ser superados por una mujer, fueron ampliamente publicitados. Sin embargo, Helle Nice no se echó atrás. Compitió a lo largo de los años, enfrentándose a accidentes, lesiones y la creciente hostilidad de rivales y críticos por igual. Cada vez que volcaba su coche o se salía de la pista, se levantaba, se sacudía el polvo y volvía a subirse al asiento del conductor, lista para enfrentar la siguiente vuelta.
Al final, no fue la velocidad la que detuvo la carrera de Helle Nice, sino las cambiantes mareas de los eventos globales. La llegada de la Segunda Guerra Mundial puso fin a las actividades de automovilismo, dejando a Nice sin posibilidades de regresar a la pista de carreras. Sin embargo, su legado persiste. A pesar de numerosas dificultades, Nice cambió percepciones, redefinió los territorios inexplorados de los roles de género en el automovilismo y, al hacerlo, abrió el camino para futuras corredoras.
Helle Nice fue más que solo una corredora, fue una revolución.