Hoy nos encontramos al borde de una revolución tecnológica en la que la inteligencia artificial (IA) y la robótica están listas para transformar la práctica de la medicina. A medida que avanzamos hacia este nuevo y audaz mundo, vale la pena recordar el camino que hemos recorrido hasta ahora, explorando cómo estas tecnologías de vanguardia han evolucionado y imaginando cómo podrían cambiar el panorama de la atención médica en las próximas décadas.
El nacimiento de la robótica se remonta a la década de 1950 con la invención de Unimate por George Devol, el primer robot industrial. En el ámbito de la medicina, la primera cirugía asistida por robot fue pionera gracias al PUMA 560 en un procedimiento de biopsia neuroquirúrgica en 1985. Mientras tanto, el concepto de inteligencia artificial comenzó a tomar forma con la creación de la computadora digital programable durante los años 40. A lo largo de las décadas, la IA evolucionó de sistemas basados en reglas a aprendizaje automático durante los años 90, y finalmente se adoptaron técnicas de aprendizaje profundo a mediados de los 2000.
Con el tiempo, la IA se utilizó en la atención médica con el desarrollo de sistemas de diagnóstico asistido por computadora. El cambio de siglo marcó una convergencia acelerada entre la IA y la robótica en el ámbito de la salud, dando paso a una nueva era de diagnósticos impulsados por IA, cirugías asistidas por robots y descubrimiento de fármacos. El uso de robots en cirugía dejó de ser una novedad y se volvió cada vez más exitoso, capturando titulares con la precisión y las técnicas mínimamente invasivas del Sistema Quirúrgico da Vinci. Al mismo tiempo, las aplicaciones de IA se expandieron para incluir no solo el diagnóstico, sino también la predicción de pronósticos, la detección de anomalías y planes de tratamiento individualizados.
Watson de IBM llamó la atención en el ámbito de la IA médica por su capacidad para digerir enormes cantidades de literatura médica y ayudar a los doctores a tomar decisiones informadas sobre tratamientos. Pronto, la IA empezó a infiltrarse en el campo del descubrimiento de fármacos. BenevolentAI y DeepMind han logrado avances fascinantes en la utilización de la IA para identificar nuevos biomarcadores, descubrir nuevos medicamentos y reutilizar los existentes, reduciendo significativamente tanto el tiempo como el costo. Mirando hacia el futuro, podemos imaginar que la IA profundizará su influencia en los diagnósticos con modelos de predicción cada vez más precisos y algoritmos de reconocimiento de imágenes.
El campo de la cirugía robótica podría dar un gran salto para incorporar una retroalimentación háptica exquisita, desatando un nuevo nivel de precisión y certeza. El descubrimiento de fármacos podría presenciar la llegada de medicamentos creados por IA, donde todo el proceso—desde la generación de hipótesis inicial hasta los ensayos clínicos—sería gestionado sin problemas por sistemas de IA. Además, la medicina personalizada podría experimentar un cambio sísmico, con la IA teniendo en cuenta nuestra composición genética única para diseñar intervenciones terapéuticas a medida. A medida que estamos al borde de esta potente revolución tecnológica, debemos asegurarnos de que estos avances hagan que la atención médica sea más equitativa en lugar de exacerbar las disparidades existentes.
A medida que seguimos avanzando hacia el futuro, debemos mantener la convicción de que la tecnología sirve a la humanidad, y no al revés.