CHAPTER 1 – The Frozen Enigma

La comandante Aiko Reyes llega a Leviathan-Bay, una extensa granja de algas bajo el hielo en Europa, para investigar un caso de espionaje relacionado con un esquema de propulsión por entrelazamiento cuántico. La granja es un bullicioso centro de actividad, con el aroma del aire reciclado y el parpadeo de luces de neón que proyectan un resplandor inquietante sobre las paredes de hielo. El sonido de los elevadores de mineral resuena por los pasillos, creando una sinfonía de ruidos industriales. A medida que Reyes se adentra en la investigación, descubre una pista críptica en forma de un fragmento de datos escondido dentro de las unidades de procesamiento de algas. Este hallazgo plantea más preguntas que respuestas, sugiriendo que hay una conspiración más amplia en juego.
La granja de algas Leviathan-Bay se extendía bajo la fría corteza de Europa como un organismo vivo, con sus tentáculos de pasillos bioluminiscentes tejiendo a través de la oscuridad. La comandante Aiko Reyes salió del módulo de transporte, su implante HUD óptico parpadeando mientras se adaptaba al entorno tenue iluminado por neón. El aire estaba cargado con el olor a oxígeno reciclado y algas, un aroma que se aferraba a sus sentidos como un susurro persistente. El tintineo de los ascensores de mineral y el zumbido de la maquinaria llenaban el ambiente, un recordatorio constante de las operaciones incesantes de la granja.
Los trabajadores se movían con una eficiencia práctica, sus siluetas proyectando largas sombras contra las paredes de hielo. La presencia de Reyes fue notada, pero en su mayoría ignorada, solo otro engranaje en la máquina del comercio interplanetario. Reyes estaba allí por una misión, respondiendo a una llamada sobre espionaje relacionado con un esquema de un motor de entrelazamiento cuántico. El esquema, un avance en la comunicación más rápida que la luz, era un premio codiciado en la creciente tensión entre los Biomorfos y los Tekkers.
Las apuestas eran altas, y las posibles consecuencias de su robo podrían resonar a lo largo del sistema solar. Mientras navegaba por los laberínticos pasillos, su HUD destacó un camino hacia las unidades de procesamiento de algas, donde se había detectado la violación. El parpadeo de luces verdes y el pulso rítmico de los procesadores de algas creaban una atmósfera de otro mundo, como si caminara a través de un organismo vivo y respirante. Reyes se detuvo en un panel, sus dedos danzando sobre la interfaz mientras accedía a los registros de seguridad de la granja.
Fue allí donde lo encontró: un fragmento de datos, escondido en lo más profundo del sistema, encriptado y aparentemente inocuo. Pero los instintos de Reyes le decían lo contrario. Este fragmento, aunque pequeño, era la clave para desentrañar una conspiración que iba mucho más allá de los confines helados de Europa. El descubrimiento dejó a Reyes con más preguntas que respuestas.
¿Quién había colocado el fragmento y con qué propósito? ¿Era obra de una facción Tekker rebelde, o había algo más profundo en juego? Mientras reflexionaba sobre estas preguntas, los ecos de las operaciones de la granja continuaban a su alrededor, un recordatorio constante del delicado equilibrio que se le había encomendado proteger.