CHAPTER 3 - Whispers of the Wetlands

Juan Ovieda se encuentra bajo vigilancia, con su teléfono intervenido y figuras sombrías siguiéndolo. Frustrado por la falta de avances y la creciente presión política, decide despejar su mente con un paseo nocturno por los humedales de Albufera. Allí, se topa con un viejo pescador que le cuenta una escalofriante historia sobre una cala oculta y un lugar de encuentro secreto utilizado por la élite de la ciudad. Esta historia le proporciona a Juan una nueva pista, reavivando su determinación para descubrir la verdad detrás de la muerte del periodista.
El calor opresivo del día había dado paso a una noche fresca y aterciopelada cuando Juan Ovieda montó su Moto Guzzi vintage. El rugido del motor era un sonido reconfortante, un recordatorio de tiempos más sencillos, cuando el mundo parecía menos complicado. Necesitaba la soledad del paseo para despejar su mente, para sacudirse las sombras que parecían seguirlo desde que comenzó la investigación. A medida que salía de la ciudad, las luces de Valencia se desvanecían en la distancia, sustituidas por la tranquila inmensidad de los humedales de la Albufera.
La luna proyectaba un brillo plateado sobre el agua, y el aire estaba impregnado del aroma a sal y cañas. Juan encontraba aquí un sentido de paz, lejos de las miradas curiosas y de la constante presión del caso. Estacionó la moto cerca de un pequeño muelle desgastado por el tiempo y caminó hacia el borde del agua. El sonido de las suaves olas rompiendo en la orilla era tranquilizador, pero sus pensamientos seguían entrelazados con los misterios del caso.
Sacó el medallón de bronce de San Miguel de su bolsillo, frotándolo distraídamente entre sus dedos mientras contemplaba la oscura inmensidad. Fue entonces cuando notó la silueta de un hombre de pie al final del muelle, con una caña de pescar en la mano. El hombre se volvió, revelando un rostro surcado por las líneas del tiempo y la sabiduría. "Buenas noches, Inspector," saludó el pescador, su voz cargada de un ligero tono de diversión.
"Pensé que podrías venir aquí."
Juan se acercó, intrigado. "¿Cómo lo supiste?" preguntó, despertando su curiosidad. El pescador rió suavemente, gesticulando hacia el agua. "Los humedales tienen una manera de llamar a aquellos que buscan respuestas," respondió de manera críptica.
Por un momento, permanecieron en silencio, siendo el único sonido el suave susurro de las cañas meciéndose con la brisa. Luego, el pescador comenzó a hablar, su voz baja y conspirativa. Le contó a Juan sobre una cala oculta, un lugar donde la élite de la ciudad se reunía bajo el manto de la oscuridad. Era un lugar de secretos y susurros, donde se hacían tratos y se ponían a prueba lealtades.
Juan escuchó atentamente, cada palabra llenándolo de un renovado sentido de propósito. La historia del pescador insinuaba conexiones entre la muerte del periodista y las poderosas familias de Valencia. "¿Esta cala," preguntó Juan, "sabes dónde está?"
El pescador asintió, un brillo travieso en sus ojos. "Puedo mostrarte," dijo, "pero ten cuidado, Inspector.
Algunos secretos se protegen con ferocidad."
Mientras Juan regresaba a la ciudad, el viento azotando su cabello, sintió una nueva determinación recorriendo sus venas. El camino por delante estaba lleno de peligros, pero sabía que no podía dar marcha atrás. La verdad estaba ahí fuera, oculta en las sombras de los humedales, y estaba decidido a sacarla a la luz. Pero a medida que se acercaba a los límites de la ciudad, notó las luces de un coche en su espejo retrovisor, siguiéndolo a distancia.
Su corazón se aceleró, un recordatorio de que no estaba solo en su búsqueda. Alguien más lo estaba observando, esperando que él diera un movimiento. El juego se había vuelto más peligroso, y Juan sabía que debía andar con cuidado. Sin embargo, la historia del pescador le había proporcionado una pista crucial, un hilo que seguir en la enmarañada telaraña de engaños y poder.
Encontraría esta cala oculta, descubriría sus secretos y llevaría justicia a aquellos que se creían intocables. El paseo nocturno le había despejado la mente, pero el camino por delante seguía envuelto en incertidumbre. ¿Quién estaba realmente moviendo los hilos tras las escenas?