CHAPTER 3 - A Night Under the Patagonian Sky

La búsqueda de Barbra Dender para descubrir los secretos de la ciudad perdida en Patagonia se encuentra en un callejón sin salida mientras intenta descifrar los símbolos enigmáticos del antiguo mapa. Sintiendo que la desmotivación la invade, decide tomarse un respiro y disfrutar de la serena belleza de la naturaleza patagónica. Se adentra en la noche, cautivada por las estrellas centelleantes que adornan el cielo. Al encontrar consuelo en la naturaleza, un descubrimiento inesperado reaviva su determinación. Entre el susurro de las hojas, tropieza con un camino oculto, revelando una nueva pista que podría acercarla a la verdad sobre la ciudad perdida.
Barbra estaba sentada en la pequeña mesa de madera de su cabaña, con el antiguo mapa desplegado ante ella. La luz parpadeante de la vela proyectaba sombras sobre los símbolos crípticos, haciéndolos parecer aún más enigmáticos. Pasó su dedo por las líneas, tratando de entender las direcciones que la habían llevado a este punto muerto. La frustración la carcomía, así que se recostó en su silla, pasando una mano por su cabello rojo intenso.
El viaje hacia el Cerro Fitz Roy había sido arduo, y la reticencia de los locales a ayudar solo añadía a sus desafíos. A pesar del frío en el aire, Barbra sentía un calor en sus mejillas, una determinación ardiente que se negaba a extinguirse. Sin embargo, el mapa seguía siendo un misterio, y la legendaria ciudad perdida parecía tan esquiva como siempre. Decidió que necesitaba un descanso, así que se puso una chaqueta de mezclilla con flores sobre su camiseta sin mangas y se deslizó en su par de jeans favoritos.
Agarró sus zapatillas y salió a la noche, esperando que el aire fresco despejara su mente. La wilderness patagónica era vasta y pura, un escape perfecto del laberinto de pensamientos que giraban en su cabeza. Las estrellas brillaban intensamente sobre ella, iluminando el paisaje con un resplandor plateado. Barbra caminaba sin rumbo, sus pasos crujían suavemente sobre el camino de grava.
Inspiró el aire fresco y fresco, sintiendo cómo la tensión del día se desvanecía lentamente. Las montañas se alzaban en la distancia, sus picos perfilados contra el cielo estrellado. Mientras deambulaba, los pensamientos de Barbra se dirigieron a la anciana del pueblo. Sus palabras crípticas y miradas comprensivas sugerían que guardaba secretos de la ciudad perdida.
Pero el silencio de la mujer había dejado a Barbra con más preguntas que respuestas. Se resolvió a intentarlo de nuevo, a ganarse la confianza de la mujer y quizás desvelar el misterio que se escondía en estas montañas. Perdida en sus pensamientos, Barbra casi se lo pierde: un leve destello en el suelo que llamó su atención. Se agachó, apartando las hojas y la tierra para descubrir un pequeño objeto deslustroso.
Era un medallón, su superficie grabada con símbolos similares a los del mapa. Su corazón se aceleró de emoción al darse cuenta de que esto podría ser la pista que había estado buscando. El medallón se sentía fresco en su mano, su peso reconfortante. La mente de Barbra corría llena de posibilidades.
¿Podría ser esto una clave para descifrar el mapa? Su frustración anterior fue reemplazada por un renovado sentido de propósito. Sabía que debía regresar a la cabaña y estudiar el medallón bajo mejor luz. Con el medallón guardado cuidadosamente en su bolsillo, Barbra se dirigió de regreso a la cabaña, sus pasos acelerados por la anticipación.
El aire nocturno parecía vibrar de energía, como si las mismas montañas la empujaran a seguir adelante. Sentía una conexión con este lugar, un sentido de pertenencia que alimentaba su determinación. De vuelta en la cabaña, Barbra limpió cuidadosamente el medallón, revelando patrones y símbolos intrincados. Los comparó con el mapa, sus ojos escaneando en busca de similitudes.
Poco a poco, las piezas comenzaron a encajar, formando un camino coherente que antes le había eludido. Una nueva emoción burbujeaba dentro de ella al darse cuenta de que estaba más cerca de descubrir la verdad sobre la ciudad perdida. El medallón era la clave que necesitaba, una guía hacia el camino oculto que se encontraba adelante. Barbra sabía que el viaje aún estaría lleno de desafíos, pero se sentía lista para enfrentarlos de frente.
A medida que la vela parpadeaba en su último aliento, Barbra se recostó en su silla, una sonrisa satisfecha dibujada en sus labios. Había encontrado una nueva pista, un destello de esperanza en la oscuridad. El misterio de la ciudad perdida estaba al alcance de su mano, y estaba decidida a llevarlo hasta el final. Mañana, se embarcaría una vez más, armada con el conocimiento y el valor para descubrir los secretos que se escondían en el corazón de la Patagonia.